
Las personas que trabajan en este campo estudian cómo funciona el planeta: su estructura, los fenómenos naturales y su impacto en la vida diaria. Analizan terremotos, volcanes, el clima, los océanos o los movimientos del suelo para prevenir riesgos y proteger el medio ambiente.
Por ejemplo, pueden:
También aplican sus conocimientos en proyectos más innovadores, como estudiar suelos de Marte o el impacto del cambio climático en los glaciares.
Las ciencias de la tierra se emplean en muchos ámbitos:
Predicen el tiempo y estudian fenómenos como olas de calor o temporales costeros.
Analizan suelos y rocas para evitar derrumbes o planificar construcciones seguras.
Investigan terremotos y volcanes para anticipar su actividad y reducir daños.
Estudian ríos, mares y el ciclo del agua para prevenir inundaciones o sequías.
Buscan soluciones para mitigar el calentamiento global y proteger ecosistemas.
Además, hay otros ámbitos más innovadores donde también son necesarias:
Desarrollan entornos virtuales realistas que reproducen catástrofes naturales o paisajes geológicos para aprender jugando.
Crean tejidos inspirados en minerales o estructuras naturales para fabricar ropa más resistente y sostenible.
Utilizan mapas topográficos y datos geológicos para crear obras visuales o exposiciones interactivas sobre el planeta.
Las ciencias de la Tierra ofrecen oportunidades muy diversas:
Meteorología, medio ambiente o protección civil
Evaluación de riesgos, geotermia o estabilidad de infraestructuras
Análisis ambiental y proyectos de sostenibilidad
Programas de conservación y educación ambiental
Rutas geológicas, museos de ciencias o centros de interpretación